Pablo Lopez

Pablo Lopez

El entrenador Español viene de trabajar en el fútbol femenino, nada menos que en el Atlético Madrid. Además tiene experiencias en Grecia, Estados Unidos y otros equipos masculinos. Admite ¨al final el fútbol es el mismo¨; aunque hay matices en cada uno. Como es la gestión de grupos en vestuarios diferentes, la soledad del entrenador, la adaptación del modelo de juego al jugador y el ego del futbolista. De esto y más va una conversación, que tiene como eje la esencia del juego.

– Tenés experiencia en distintas ramas del mismo deporte: fútbol base, fútbol masculino  (en mayores) y en fútbol femenino. Si bien el deporte es el mismo, ¿cuáles son las principales diferencias que existen en esos diversos grupos de futbolistas?

Sería largo de analizar. Todas las entrevistas que me hacen, ya sea sobre fútbol femenino o masculino, o base, siempre digo que al final es fútbol. Y es  similar el haber entrenado en el extranjero, en España, en Estados Unidos, en Grecia, en Inglaterra, al final es fútbol;  pero sí hay que diferenciar lo que hay en cada sitio.

En fútbol base lo principal es la  formación de personas, eso lo tengo muy claro. Trabajé  diez años dentro del Real Madrid, en lo que es formación como director técnico y director deportivo. Y entendí que la formación es lo que importa. No hay que olvidar que estamos formando personas, luego futbolistas.

Es lógico que hay que ir en busca de un resultado porque hay que enseñar a competir, es normal, pero sin descuidar el lado humano. Soy ultra defensor de esta filosofía. Luego la propia formación que es similar a una pirámide, que se va cerrando y de manera natural va filtrando a muchos chicos por razones diversas: hay quienes deciden darle prioridad al estudio, o que le deja de atraer el fútbol o porque la propia competición se encarga de relegarlos, por falta de cualidades necesarias. No todos tienen el talento para llegar a la cima. Insisto y  lo remarco, la educación por encima de todo.

Lo he vivido en España y en el extranjero.  En fútbol masculino y femenino sucede igual, hay un condicionante físico que influye mucho, pero como pasa en todo deporte, de ahí que las olimpiadas y mundiales siempre hay marcas diferentes tanto para hombres como para mujeres por el tema fisiológico.  Esa es la diferencia que encuentro.

Tuve la fortuna de dirigir en femenino, al Atlético Madrid, y fue un equipo de élite, en el cual hicimos historia al posicionarlo entre los ocho mejores de Europa por primera vez y el nivel de las futbolistas que encontré en el plano técnico fue extraordinario. Realizaban todas las tareas con un mecanismo de nivel superlativo. Todas las ejecuciones, los controles, las pegadas eran buenas, la velocidad … todo.  Eso es lo que yo diferencio con el masculino . En lo masculino tuve la suerte de entrenar en España,  y  aportan muchísimas cosas.  El masculino me da otras cosas pero yo no he encontrado tanto nivel técnico como en el femenino, si me he encontrado con los muchachos que físicamente son muy buenos, que  poseen un entendimiento inteligente del fútbol, y son profesionales. Es por estas cualidades, no tanto por el talento y las destrezas a la hora de jugar.

En femenino hay jugadoras de élite, me encontré con chicas que juegan en equipos internacionales no solo de España, sino de México, Colombia, Brasil.  a un nivel altísimo. Es lógico que entre los dos géneros hayan diferencias, pero a la hora de elegir, tanto base, masculino como femenino, me quedo con los tres. Tanto uno como otro me enriquecen como profesional y si me preguntan que soy, como me defino, digo que soy entrenador.

Pablo López en un entreno con el Atlético Madrid

Cuando un equipo asciende de categoría, se ve obligado a subir el nivel para subsistir¿qué consideras que debe debe incorporar el proyecto de un entrenador ante estos cambios?

Aunque no guste, hay que tener claro que el dinero es quien manda. Si tu tienes la posibilidad de tener a Messi, a Suarez o a Griezman, es indispensable tener mucho dinero para comprarlos. Marca la diferencia.

Si bajamos los escalones al proyecto de segunda B, hay que lograr un equilibrio, una estabilidad tanto en lo económico como en lo emocional. Una estabilidad desde las personas que ingresen al club a trabajar, con un proyecto hasta una estabilidad del dinero para comprar buenos futbolistas. Y se necesita por sobre todas las cosas  una continuidad del proyecto  con el grupo de trabajo del entrenador,  para que haya tranquilidad. 


Para que tenga efecto el proyecto hay que, en cierta medida, acertar con los futbolistas y tener en la plantilla referentes.
Luego hay que jugar. Han habido proyectos serios donde los resultados no han salido. Nadie te dice que van a ganar seguros, no siempre pasa. Hay mucha competición, muchos equipos grandes. Puedes hacer un buen grupo,  acertar con el entrenador y futbolistas,  pero después hay que jugar. La estabilidad en el club es la semilla para que los resultados se den, pero el éxito nunca es seguro.

¿Qué es más importante, el modelo de juego o el modelo de jugador?

– Es evidente que como entrenador tienes que tener un modelo de juego, lo tienes que sentir, tienes que creer en él y estar convencido, para que los jugadores sean también fieles a la idea del entrenador, y de esta manera las cosas salen  de forma natural. Sucede que en ocasiones hay jugadores que no se adecuan, no son compatibles con tu visión de juego, y hay que saber adaptarse a lo que tenes, no hay porque morir por las ideas.

¿ Debe el entrenador adaptarse al jugador o el jugador al modelo de juego?

Como entrenador eres uno, y debes elegir entre un grupo de futbolistas. El club te contrata porque le gusta tu estilo de juego. Hay circunstancias en que tienes jugadores que no entran en tu sistema. Existen  dos caminos: o me adapto.  o doy un tiempo a que el jugador crea en mi, en mi idea.

Ese es el proceso. Pero vivimos en una sociedad de inmediatez, no hay tiempo. El resultado tiene que aparecer rápido.


Si no te va bien en tres partidos, te echan, y en tres partidos no se puede plasmar una idea de juego. Hay que ganar. Lo elemental es tener una estabilidad desde arriba, que crean en el entrenador.  que le otorguen un tiempo razonable y confianza para la adaptación. Pero se vive de los resultados, mientras ganes te respetaran y sino, no.


Tengo claro como me gusta el fútbol, clarísimo lo tengo, así lo siento. Y cada estilo tiene su público.
La liga que ganó el estupendo equipo de Guardiola al final, vale igual que el de Maurinho con el Chelsea, vale lo mismo. Los dos levantan la copa, todo modelo es válido. Pero lo que tú sientas lo vas a hacer mejor.

Por ejemplo Tabárez en Uruguay con la primera camada de jugadores tuvo que adaptar su modelo de juego a lo que  tenía, y con los jugadores actuales lo mismo, algunos representan más tu estilo que otros, pero debes adaptarte y reinventarte.
Soy muy respetuoso con las formas de juego de los técnicos. Disfruto de ver  jugar al Manchester City, a los  equipos que son protagonistas, equipos que se sientan cómodos con el balón, que vayan siempre al ataque, con dominio de  juego. Pero respeto todas las formas de jugar.

¿Es más importante los principios que puedan transmitirse que la idea de juego?

Tenes que guiarte por cómo te sientas, sentirte cómodo al dirigir. Mi experiencia primera en España, en tercera división,  estaba a seis jornadas de terminar el torneo. Y no podía en seis jornadas plasmar una idea de juego, aún así salvamos el equipo en esa seis jornadas, y al año entrante empecé a dirigir a mi equipo como a mí me gusta, sin esa urgencia de tener poco tiempo.
Tuve toda la pretemporada para transmitir mi forma de jugar, se invirtió en jugadores de mi elección, se rescindió con aquellos que no eran afines a mi idea y se tuvo mucho más tiempo de trabajo.

¿En qué momento empezaste a ver el fútbol con ojos de entrenador?

Yo era muy pesado, empecé con trece años a jugar al fútbol y cuando no iba el técnico a los partidos yo me encargaba de dirigir al equipo.

Más adelante, empecé a jugar en tercera división: a todos los equipos a los que iba les pedía un equipo de fútbol base. Y después de cada entrenamiento  como futbolista apuntaba en un cuaderno lo que habíamos hecho. Escribía los distintos tipos de ejercicios, de ejecución, de estrategia… apuntaba todo. En todos los viajes que hacia como jugador iba anotando. Y al acabar el partido hacia mi reflexión, mi propia conclusión de porque los cambios, de por qué el cambio de táctica, me cuestionaba todo, desde mi ignorancia. Pero la idea de querer aprender a entrenar, sencillamente me desvelaba.  

Llegó un momento en que iba caducando mi etapa como jugador – lo que más me gustaba era jugar- y se me estaba terminando esa etapa. Entonces en mi curso de entrenador, cuando tengo chicos delante les subrayo que vayan a jugar , que para dirigir van a tener tiempo sobrante, toda una vida. Les digo que disfruten, porque es corta la carrera. El fútbol está hecho para jugar y cuando dejas de jugar quieres estar cerca del césped, y de alguna manera te involucras para estar cerca. Pero lo bonito es jugarlo.

El jugador es muy individualista pero, en tu época de jugador ¿te pasaba de querer incentivar a mejorar a tus compañeros?

Yo siempre cuento la anécdota de que en un partido a falta de 20 minutos me sustituyeron a mi y a un compañero. Salimos los dos,  y en el momento que nos sentamos en el banco me dijo mi compañero “ojalá perdamos”,  cuando minutos antes estaba dando todo para ganar. Ahí descubrí el egoísmo propio del jugador. Lo único que puedo decir es que esa etapa la viví como jugador pero siempre tuve mentalidad de entrenador, y no tenia ese egoísmo tan desarrollado, hasta cuando me tocaba quedarme en el banco, siempre me ponía en la piel del técnico, tenía esa empatía.

El individualismo es complicado…

El futbolista es egoísta, quiere jugar y es caprichoso, busca su beneficio personal, no piensa en el director ni en el grupo.

¿Cómo manejas al que no juega, el que tiene menos minutos? ¿Le das importancia desde el dialogo?

Creo mucho en la gestión humana, como yo he sido suplente en ocasiones, siempre eché en falta que nadie venga a hablar conmigo y que me incentivaran. Intento tener esa atención con el jugador y si no lo hago yo mando a mis ayudantes para que hablen. Porque al final, dirigimos personas y no hay que olvidarlo nunca.

Es importante para el futbolista que te elogien el trabajo y que te motiven con las palabras… es necesaria la sinceridad del entrenador.

En el momento que el técnico miente, pierde credibilidad.
Ser sincero en todo momento, y cumplir las palabras. Nunca falsas promesas de que van a jugar, eso nunca. Nunca hay que ser esclavos de tus palabras.
Me ha pasado en una ocasión de prometer titularidad a un jugador y fallé mi palabra,  y me dijo con razón de que yo era un embustero. Le mentí. Al final aprendes que ser honesto es lo mejor.

-El entrenador vive en solitario. ¿Cómo afrontas la soledad que el cargo conlleva?

Es una realidad. La victoria dura media hora, te felicitan, te halagan y luego al siguiente partido, y eso cuando has ganado, cuando has perdido te matan y quedas absolutamente solo, como el único responsable. La gente te huele en la victoria y en la derrota.

– ¿Entendés hoy en día las reglas del juego?

Con el paso de los años, cuesta mucho, luego de más de 15 años de trabajo. Con mis colegas hacíamos apuestas de que después de perder nadie se me acercaría a hablar, o cosas de esas.
Tienes que vivir con eso y si no eres capaz, no puedes dirigir.

Lo importante es el trayecto, la semana de entrenamiento…

Con el paso de los años lo que rescato es que aquí solo hay tres cosas, y es ganar, empatar o perder. No hay más.

Todo lo que quieras ver detrás es mentira, solo esas tres cosas. Ni cuando ganas eres el mejor ni cuando pierdas sos un desastre, hay que tener un equilibrio.
Es un proceso de madurez. De 20 equipos solo gana uno. Todos fracasan menos uno.
Tenemos que acostumbrarnos a perder.

¿Es importante para el entrenador saber idiomas?

Es fundamental. Es cierto que el fútbol es un lenguaje internacional, pero para los principales conceptos es imprescindible saber idiomas. Somos personas y nos gusta el mensaje que nos llega; el poder manejar diferentes idiomas es vital, por lo menos los principales conceptos